¿Veis algo raro en este cuadro? Aparentemente, no. No parece un estilo artístico muy diferente y la escena representada es habitual en pintura. Sin embargo, este autorretrato de Marie-Lousie-Elisabeth Vigée-Lebrun con su hija (1786) fue bastante polémico en su época. ¿A qué se debía? A que detrás de la sonrisa de la madre se dejan ver unos dientes blancos. Pues sí, algo tan aparentemente normal en la actualidad fue una pequeña revolución en aquel momento. Y es que si nos trasladamos a esa época, donde la higiene dental no existía, la boca era más bien un foco de enfermedades e infecciones, un pozo sin fondo. Eso se tradujo en que, aunque la sonrisa es una reacción natural en el ser humano (incluso nuestros antecesores los monos abren la boca ante determinadas emociones), históricamente ha estado muy mal vista. Abrir la boca era un motivo de ofensa. Pero en el siglo XVIII en Francia, la higiene dental pasó a un primer plano y tras años de esfuerzo y dedicación a la estética dental, la sonrisa adquirió el valor cultural que se le atribuye ahora.
Esta pequeña publicación es sólo un resumen del ensayo “The french smile revolution”, escrito por Colin Jones, profesor de Historia de Francia en la Queen Mary University de Londrés. Nos gusta verte sonreír y ahora sabemos por qué.